Aprender a surfear a los 50

Aprender a surfear a los 50

Hace unos días me llegó un correo a Surfmocion, era Julio, un padre de 52 años que se había iniciado en el surf junto con sus hijos.

En ese correo me pedía consejo ya que se había estancado un poco a la hora de coger una pared. Su problema era que solía caer con el “nose” de cabeza, o bien las olas no le terminaban de llevar.

Me gustó tanto su historia y su pasión por el surf que le propuse escribir su experiencia de cómo aprender a surfear a los 50 años.

Por suerte me dijo que si, y hoy te presento esta historia que sin duda te pondrá los pelos de punta y te animará a seguir surfeando y a mejorar, tanto si ya llevas tiempo en esto, como si acabas de iniciarte este verano en el mejor deporte del mundo.

Hola, me llamo julio, tengo 52 años … Y soy surfero

Todo empezó cuando hace unos años mi mujer y yo adquirimos una casa de verano en Laredo, Cantabria, porque de siempre nos gustó este lugar.

Mis hijos, Álvaro y Beatriz con 9 y 8 años, respectivamente, se iniciaron en el surf a través de una escuela local.

Yo, les veía cuando iba a buscarlos a la salida de las clases y aquello me llamaba poderosamente la atención , hay que saber que yo soy un tío de interior y a mi el mar, solo de lejos.

Tanto me iba gustando aquel ambiente que un día en que la escuela organizó una carrera de paddle surf, nunca lo olvidaré, un 23 de diciembre vestidos todos de Papá Noel, me apunté y ese fue mi primer bautizo en el mar.

Ni que decir tiene la patosidad que demostré ese día…pero quedó ahí algo en mi interior…

Más tarde adquirí una tabla de paddle surf y empecé a hacer salidas por la Bahía de Laredo y acompañando a mis hijos cuando estaban con las clases en el agua.

Hacer paddle surf a los 50 años

Julio con su tabla de SUP

Aquello acabó de cuajar dentro de mi y el año pasado contraté con la escuela local un curso para mi y mis hijos de 8 días de iniciación para mi y perfeccionamiento para ellos

Pero primero pasaré a describir mi aspecto:

Tío del Norte, con 98 kilos de peso, 1,85 de estatura, 51 años( trabajaos), y con menos soltura que un pato borracho. 

Y ahí me planté yo, con un par.

Cuando aparecí en la escuela, una niña que estaba de alumna me preguntó donde estaban los trajes de la talla s , creyó que yo era monitor. Yo le dije que no sabía y que era alumno como ella a lo cual me miró con cara de ” este tío flipa”

Nos enseñaron lo básico del take off en la arena y yo pensé: ” yo no me levanto ni con grúa de la tabla“. Sentía nerviosismo y miedo a la vez, no me veía haciendo ese deporte pero algo me empujaba a seguir adelante y ver a mis hijos calentar antes de meterse en el agua me dio ánimos, eso , y que soy Navarro y cabezón como yo solo.

Nos dieron la orden de entrar en el agua, recuerdo aquel mar movido y con olas que me parecían montañas tumbado en la tabla, nunca había visto el mar desde aquella perspectiva.

El comienzo fue fatal, no conseguí ni ponerme medianamente de rodillas encima de la tabla. Los días posteriores no fueron mejor y ya pensaba que ese deporte no era para mi. Quiero agradecer desde aquí a Víctor, mi monitor, por su santa paciencia (Inciso de Surfmocion: está claro que a la hora de aprender a surfear es importante tener un buen instructor de surf)

Pero aquello no me desánimo, ni mucho menos, todo lo contrario, la adicción a la sal del mar había entrado en la sangre y nada más salir del agua, ya estaba pensando en volver a entrar.

Mis hijos me animaban diciendo que lo había hecho muy bien, los pobres, … Pero orgullosos de su papi que estaba con ellos en el agua.

Poco a poco pasaron los días y así al tercer día y casi sin quererlo, en un espumón que no creía poder coger !!! Tachannn !!!, va y me pongo en pie.

No se describir con palabras la sensación, apenas 3 o 4 segundos, no lo sé, pero esa libertad de pie en la tabla sintiéndote el rey del mar es la leche.

La alegría de mi monitor y de mis hijos que me vieron contrastaba con la cara de estupor que se me quedó a mi, pero aquello fue un chute de gasolina que me empujó a intentar coger cada espumón que venía.

Y así con el orgullo de mis hijos reflejado en sus caras de ver a su papi poniéndose en pie seguí intentándolo con cada ola y consiguiéndolo en muchas de ellas, hasta Víctor me decía que nunca había visto tanto tesón en un alumno,

Terminaron las clases y casi de seguido compré mi tabla, un longboard de 9 pies, que soy muy “tocho” y torpe , y empecé a intentarlo yo solo con mis niños los findes que venimos a Laredo, que son muchos, durante el invierno.

Y aquí estamos, después de un año sigo intentando coger esa ola de pico y hacer esa pared que no me sale, pero con la ilusión del primer espumón y con el animo de mis hijos que me llaman crack y de ver sus caritas de orgullo.

De verdad que os animo a intentarlo, este deporte o lo que sea, que la edad o el aspecto físico no son el problema, que como dice mi querido Víctor:

“El surf, está en la cabeza”

Gracias por tu historia Julio

¿Te has sentido identificado?

Seguro que esa pasión por seguir surfeando, esa ilusión en cada ola, ese “tesón” y perseverancia, son sentimientos que has sentido en alguna ocasión.

En el surf no importa qué edad tengas, cuantas olas cojas o cuán pequeña sea tu tabla.

Lo más importante es disfrutar de cada minuto en el agua.

Ahora te animo a ti a dejar tu historia o a animar a Julio en su andadura con el surf en los comentarios.

Y recuerda, “no es mejor surfista el que más olas coge, sino el que mejor se lo pasa“.

 

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